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Dialéctica Decorativa. Proyecto exhibido en Galería la Cometa Medellin

Ha existido desde el principio mismo de la civilización un interés por connotar lo estético, como una categoría capaz de regir y subordinar los poderes, las clasificaciones y los órdenes dentro de una sociedad. Cuando aparece el “mito de la universalidad de lo bello”,  no es más que una manipulación hacia la fe de un “absoluto occidental” eurocéntrico que terminó por canibalizar hace más de un siglo hasta las manifestaciones estéticas no occidentales, por tal de reivindicar precisamente esa discutida universalidad. Tras el velo de esta cortina, los patrones estéticos asimilados por la cultura dominante, por la clase empoderada o burguesía se han traducido como una manera de hacer creer en una verdad, un bien, una justicia. Esta relación que se establece entre “lo bello y el bien” entra en crisis cuando atraviesa la complejidad de los diferentes contextos, realidades otras, cuando intenta trasplantarse y entran en juego también la no identificación con el ideal-reconstruido y las condicionantes materiales.

 

La más reciente obra del artista Alejandro Sánchez se antoja como una especie de escenario lúdico cotidiano de los nuevos tiempos. Un armazón a modo de estructuras modulares en un intento de emular con las antiguas repisas y muebles de madera presentes en las casas, atrapan el rastro de aquellos infinitos objetos decorativos realizados en porcelana local que en el espacio doméstico formaron parte de su imaginario personal y de la memoria colectiva de toda una época. Como si quisiera  contener la ilusión difusa de un pasado, que por instante pudiera ser ajeno, las figurillas colectadas de esa herencia familiar, -y especial de sus abuelas- , han sido reducidas hasta la alucinante síntesis de una silueta, como un elemento arqueológico, empotrado desde la contemporaneidad, en un mar traslúcido de resina poliéster.    

 

La selección desde lo arbitrario en el uso de los componentes que conforman las piezas, denotan una ironía en la convivencia de dos realidades, que desde sus propias contradicciones permiten un estado de superación o proceso dialéctico, que se activa a partir del ejercicio dubitativo del pensamiento. Por una parte, la seducción desde la empatía que produce lo ordinario, en un lazo afectivo con la historia o mejor aún con esos fragmentos de microhistoria; la sensibilidad con la pertenencia, o con una identidad imprecisa que siguió el cauce de lo kitsch, más allá de los valores de su intrínseca naturaleza. Adornos desorientados en una geografía distante que tomaron prestados aquellos arquetipos occidentales/orientales símbolos de alcurnia, para hacer visible el status social o el afán de alcanzarlo aunque solo en apariencia. Por otro lado, el hermetismo de un bloque acristalado que solo deja entrever su interior desde la dureza y la frialdad de su materia.

 

Pudiera haber algo kantiano en las búsquedas discursivas que nos propone esta muestra. El juicio de gusto no es precisamente un juicio de conocimiento, no es lógico, y su definición hacia lo estético, y por tanto subjetivo e irracional, carga el peso de lo relativo. Es en la incertidumbre que se produce la confrontación, en un forcejeo que nos conduce irrevocable a la riqueza hermenéutica y al diálogo. A qué nos conducen esta vez esas evocaciones de aquellos enseres domésticos de colores tenues; cerámicas, después de siglos, “al alcance de todos”, con temas campestres, que se vieron surgir por primera vez en la Fábrica de Loza Fina “La Bogotana”, y que llevaban consigo el aura de prosperidad. De qué manera se ven transversalizadas por las dinámicas de la industria y sus nuevos materiales estos fetiches de trayectoria milenaria. Habrá nostalgia y regocijo tras el tamiz del artificio y la banalidad. ¿Llevarán el peso de la historia y de lo que se deduce hoy nuestro destino, las micro-partículas de polímero termoplástico derivadas del petróleo y de alto grado de toxicidad? ¿puede el individuo y la naturaleza global sucumbir ante la gracia de sus pulidas terminaciones?. Apropósito, desde un terreno común de azul cobalto, la exposición “Dialéctica Decorativa” deviene una motivación por hacer colisionar la materia física ante la praxis de su conceptual esencia. Es en la síntesis donde relucen los artilugios ocultos y donde Alejandro nos invita a repensar ciertas “im-purezas”.

Since the very beginning of civilisation, there has been an interest in connoting the aesthetic as a category capable of governing and subordinating the powers, classifications and orders within a society. When the “myth of the universality of the beautiful” appears, it is nothing more than a manipulation towards the faith of a Eurocentric “Western absolute” that ended up cannibalising, more than a century ago, even non-Western aesthetic manifestations, in order to claim precisely that disputed universality. Behind the veil of this curtain, the aesthetic patterns assimilated by the dominant culture, by the empowered class or bourgeoisie, have been translated as a way of making people believe in a truth, a good, a justice. This relation established between “the beautiful and the good” enters into crisis when it crosses the complexity of different contexts, other realities, when it tries to transplant itself and when the non-identification with the reconstructed ideal and the material conditioning factors also come into play.

 

 The most recent work by the artist Alejandro Sánchez seems to be a kind of playful everyday scenario of the new times. A framework in the form of modular structures in an attempt to emulate the old shelves and wooden furniture present in homes, traps the traces of those infinite decorative objects made of local porcelain that in the domestic space formed part of his personal imagination and of the collective memory of an entire era. As if to contain the diffuse illusion of a past, which for an instant could be alien, the figurines collected from that family inheritance, especially from his grandmothers, have been reduced to the hallucinatory synthesis of a silhouette, like an archaeological element, embedded from the contemporary, in a translucent sea of polyester resin.   

 

 The arbitrary selection in the use of the components that make up the pieces denote an irony in the coexistence of two realities, which from their own contradictions allow a state of overcoming or dialectic process, which is activated from the dubitative exercise of thought. On the one hand, the seduction from the empathy produced by the ordinary, in an affective bond with history or better still with those fragments of micro-history; the sensitivity with belonging, or with an imprecise identity that followed the path of kitsch, beyond the values of its intrinsic nature. Disorientated ornaments in a distant geography that borrowed those Western/Eastern archetypes, symbols of lineage, to make visible social status or the desire to achieve it, even if only in appearance. On the other hand, the hermeticism of a glass block that only allows a glimpse of its interior from the hardness and coldness of its material.

 

There may be something kantian in the discursive searches proposed by this exhibition. The judgement of taste is not precisely a judgement of knowledge, it is not logical, and its definition as aesthetic, and therefore subjective and irrational, carries the weight of the relative. It is in uncertainty that confrontation takes place, in a struggle that leads us irrevocably to hermeneutic richness and dialogue. What do these evocations of those faintly coloured household items lead us to this time; ceramics, after centuries, “within everyone's reach”, with country themes, which were first seen to emerge in the Fábrica de Loza Fina “La Bogotana”, and which carried with them the aura of prosperity. How these fetishes with their millenary trajectory are transversalised by the dynamics of industry and its new materials. There will be nostalgia and exhilaration behind the sieve of artifice and banality: will the highly toxic, petroleum-derived thermoplastic polymer micro-particles carry the weight of history and of what is now our destiny? can the individual and global nature succumb to the grace of their polished finishes? By the way, from a common ground of cobalt blue, the exhibition “Decorative Dialectics” becomes a motivation to make physical matter collide with the praxis of its conceptual essence. It is in the synthesis where the hidden devices shine and where Alejandro invites us to rethink certain “im-purities”.

Yanet Oviedo Matos

Curadora Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam

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