neighborhood, proyecto concebido para la XIV Bienal de la Habana - Cuba. 2021
NEIGHBORHOOD. El proyecto consiste en un contenedor que luce avejentado o gastado (por deterioro, óxido o corrosión), de medida estándar (2.40 x 2.40 x 6.10 metros). Este no es un contenedor de los utilizados para el transporte marítimo de mercancías original (fabricados en acero), sino uno realizado a partir de techos de cold-roll galvanizado, cedidos al artista por el vecino de un barrio denominado “Bosque Boquerón”, en la localidad de Usme, al sur de Bogotá. Acompañan a este un video documental y una fotografía aérea (de 1.50 x 2 m.) de la casa y poblado dónde las láminas viejas han sido tomadas, retratando el proceso: cuando estas cubrían de la lluvia e intemperie a quienes las habitan. Barrios populares en los que una familia cede voluntariamente esos techos, aceptando que, en compensación, se sustituyan por techos nuevos, mejorando sus condiciones de vivienda.
La idea surge de una experiencia que Alejandro Sánchez tuvo hace muchos años en la travesía por tierra desde Bogotá a Cartagena de Indias: en un tramo donde la carretera se encuentra en lo alto, se observan enormes territorios de construcciones precarias cuyos techos (en este mismo material), se contemplan desde lo lejos como un mar: por algunas zonas oscuro, por otras reflectante.
Varios agujeros abren el metal alrededor del contenedor permitiendo observar en su interior cientos de flotadores inflables llenos de aire, unos sobre otros, en intensos coloridos, que hacen pensar en la tranquilidad y disipación de un día de esparcimiento. Auscultar hacia dentro produce la sensación enrarecida de contemplar estos objetos, fabricados para proteger, reducir el riesgo o salvar vidas en aguas generalmente quietas, resguardados a su vez en su largo viaje a través del mar, desde un lugar del mundo rumbo a otro. Esta propuesta alude crisis simultáneas (las de refugiados que escapan de las guerras, de las ruinas económicas o de la devastación climática; aquella de la emergencia sanitaria o la más reciente, de la cadena de suministros que aumenta el costo de los fletes marítimos en el transporte de mercancías), constituye una tempestuosa metáfora sobre los apacibles juegos de inmersión: entre la seguridad, la incertidumbre y la posibilidad del naufragio.
Contenedores (y buques portacontenedores aludidos); continentes y contenidos de por medio: capturar el aire o, para ser más precisos, el aliento; permite pensar su circulación dentro de un sistema o de una estructura que, como la del planeta entero, es en apariencia sólida pero también medularmente frágil. La instalación explora, además, la idea de fronteras, de interior y exterior; así como de las derivas y perturbaciones que se ciernen en todos los recorridos, poniendo en riesgo trayectos y asentamientos, rutas y refugios. Esta propuesta invita a habitar y des-habitar territorios específicos desde una mirada ambivalente (prioritaria hoy) que el artista lanza para pensar los bordes que hemos construido entre estabilidad e impermanencia.
Emilio Tarazona, curador independiente
NEIGHBORHOOD. The project consists of a container that looks old or worn (due to weather conditions, rust or corrosion), of standard size (2.40 x 2.40 x 6.10 m). This is not an original container used for sea transportation (made out of still), but one made out of galvanized cold-roll roofs donated to the artist by a neighboor from a neighborhood called “Bosque Boquerón”, in the Usme district, South of Bogota. Next to it there is a video documentary and an aerial photography (measuring 1.50 x 2 m) of the house and the place where these old plates have been taken from, showing the process: starting when they covered from the rain and the elements those who inhabited inside.
Low-income neighborhoods in which a family voluntarily gives these roofings, accepting as a compensation that they be replaced with new tiles, thus improving their living conditions.
The idea comes from an experience that Alejandro Sánchez had many years ago during a road trip going from Bogota to Cartagena de Indias: at a place where the road sits high above, great extensions of land can be seen with precarious constructions whose roofings (in the aforementioned material), can be perceived like a sea from afar. Dark in some areas and reflecting in others.
Various holes open the metal around the container allowing us to look inside and see in its interior hundreds of inflatable floaters, one on top of the other, with intense coloring that makes us think of the tranquility and dissipation of vacation. Looking inside produces the strange sensation of contemplating these objects , built to offer protection, reduce risks or save lives in generally quiet waters, at the same time safeguarded during their long trip through the sea, from one place to the other. This proposal makes reference to simultaneous crises: those of refugees who escape from wars, economic ruin or climate devastation; and those caused by a health emergency or the most recent one, that of scarcity in the distribution chain which increases the cost of sea taxes for the transportation of merchandise. It constitutes a powerful metaphor in relation to quiet and relaxing water games: between safety, uncertainty and the possibility of sinking.
Containers (and cargo ships implied); continents and contents in the middle: to capture air or, to be more precise, to capture breath; it allows us to think of its circulation inside a system or a structure that, as it is all around the globe, is solid in appereance but frigile in its core.
This installation also explores the idea of frontiers, interior and exterior; as well as the drifts and perturbations that haunt all travels, putting journeys and settlements, routes and refuges at risk. This piece invites us to inhabitate and abandon specific territories with an ambivalent perspective (a priority today) that the artists presents to make us think about the borders we have built between stability and impermanence.