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Granjas/Gaza. Proyecto en colaboración de Cristian Espinoza, expuesto en peras del olmo Buenos Aires Argentina. 2012

Franjas/Gaza. El 15 de Noviembre del Año 2012 Israel realiza un demoledor ataque de misiles a la Franja de Gaza. La muerte de niños y las explosiones sobre el skyline de la ciudad pueblan los noticieros y las redes.Las imágenes del ataque brutal a distintas escalas, al igual que las veces anteriores, produjo una saturación sensorial, una saturación pornográfica.Hipertrofia sonoro-visual que más que acercar la realidad la aleja.

 

No el simple morbo, sino algo peor, una agresión amplificada a la tele-audiencia, pero una tele-audiencia incapaz de implicarse, peor aún, una naturalización de las imágenes, un límite dentro del cual todo lo demás es vivible. Como señala Virilio: “privandonos de nuestras libertades de acción y decisión al mismo tiempo que nos deja la apariencia de un poder que ya no estamos en condiciones de ejercer”, y más adelante “Cuando un pueblo puede ser mediatizado, ¡lo es!” (ARTE DE MOTOR:1993)

 

El impacto del “en vivo” es inversamente proporcional a su realidad. Es decir, las imágenes de Gaza bajo ataque son aterradoras, pero más preocupante es la posibilidad que estén ahí para narcotizarnos, llevarnos a un territorio de indeterminación sensorial, que finalmente naturaliza las atrocidades como conjunto, que transforman los hechos en hechos cine-dramáticos. Un ejemplo de ello está dado nuevamente por Virilio:

 

“en 1993, para satisfacer las necesidades de una gran revista femenina, se filma a una “reina de belleza” elegantemente vestida mientras corre entre las ruinas de Sarajevo en medio de vehículos despanzurrados, imitando la huida mortal de los habitantes de la ciudad atrapados bajo el fuego de los snipers. La mira del fotógrafo de modas se confunde entonces absolutamente con la del asesino emboscador, y se nos invita a compartir su excitación solitaria”

(ARTE DE MOTOR:1993)

 

Para explicar la psicosfera pornográfica que capitalizan las imágenes del bombardeo vale la pena escuchar a Benjamin:

 

“La necesidad de exponerse a los efectos del choque es una adaptación del hombre a los peligros que lo amenazan (…) En el nivel de la existencia privada, todo peatón, en el tránsito de una gran ciudad, vivencia, así como todo ciudadano [vivencia] en el nivel histórico contemporáneo”.

La obra de arte en la época de su reproductividad técnica :1935

Borders/Gaza. On November 15th, 2012 Israel sends a devastating misile attack on the Gaza Strip. The death of children and the explosions on the skyline of the city fill the news and social media. The images of the brutal attack at different scales, just like in earlier occasions, produced a sensory saturation, a pornographic saturation. A hypertrophy of sound and images that, more than bringing reality closer, it makes it harder to reach.

It’s not just the seeming compulsion to show those images but something worse, an amplified agression on an audience incapable of participating, worse even, a naturalization of the images, a limit inside which everything else acceptable. As Virilio points out: “depriving us of our freedom of action and decision at the same time that it gives the impression of having a power we’re no longer capable of exercising”, and later on “when folk can become the subject of mass media, they do!” (THE ART OF THE MOTOR:1993).1

The impact of the live transmission is inversely proportional to its reality. Meaning that the images of Gaza being under attack are terrifying, but even more concerning is the possibility that they are there to desensitize us, to take us to a territory of sensory indetermination which normalizes these and other atrocities and transform these events into cinematic dramas.

An example of this is again given by Virilio: “In 1993, to satisfy the needs of a great women’s magazine, a beauty queen is filmed, elegantly dressed, while she runs amongst the ruins in Sarajevo, surrounded by crushed vehicles imitating the mortal escape of the inhabitants of the city, trapped under sniper fire. The aim of the fashion photographer mimics completely that of the ambushed assassin and we are invited to share his solitary excitement”. (ARTE DE MOTOR:1993).

In order to explain the psychosphere that the images of bombardment capitalize, it is worth paying attention to Benjamin: “the need to expose oneself to the effects of shock is a human adaptation in the face of the dangers that threaten it (...). At the level of private life, every commuter, transitting a big city, experience, as well as every citizen [experience] at a historical contemporary level”. (THE WORK OF ART IN THE AGE OF MECHANICAL REPRODUCTION :1935)

1 Note from the translator: quotes translated from the Spanish edition for the purpose of this text

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